Marruecos es un país del norte de África, situado en el extremo occidental del Magreb. Limita al norte con el mar Mediterráneo y al oeste con el océano Atlántico, lo que le da una posición estratégica entre África y Europa. Su población supera los 37 millones de habitantes y su capital es Rabat, mientras que Casablanca es su ciudad más grande y centro económico.
El país posee una geografía diversa, que abarca desde las montañas del Atlas y el Rif, hasta los extensos desiertos del Sahara y las fértiles llanuras costeras. Esta riqueza natural lo convierte en un destino turístico único, donde se pueden combinar rutas culturales, aventuras en el desierto y experiencias en ciudades modernas.
La historia de Marruecos se remonta a la época bereber, influenciada posteriormente por fenicios, romanos, árabes y europeos. Con el paso de los siglos, se consolidaron poderosos reinos y dinastías que dejaron un legado arquitectónico y cultural visible en ciudades imperiales como Marrakech, Fez, Meknes y Rabat. Sus medinas históricas, reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, reflejan siglos de intercambio cultural y tradición.
Marruecos es un país multiétnico y pluricultural, donde conviven tradiciones bereberes, árabes, africanas y europeas. El árabe y el amazigh son lenguas oficiales, aunque el francés y el español se utilizan ampliamente. La religión predominante es el Islam.
En el mundo moderno, Marruecos se ha consolidado como un puente entre África y Europa, conservando al mismo tiempo su autenticidad. Viajar a Marruecos es descubrir desiertos, montañas, playas, mercados vibrantes y una hospitalidad incomparable. Desde los paseos en camello en Merzouga hasta los zocos de Marrakech o los paisajes azules de Chefchaouen, cada experiencia es una invitación a sumergirse en la magia de este país.




